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La «Verdad sobre el 11 M»
Carlos Ramiro.

En España se cumplen tres años de los acon­te­ci­mientos de mar­zo de 2004. Unos hechos tan ver­tigi­nosos como dramá­ti­cos que, nadie lo duda, impac­taron como pocos al conjunto de la nación espa­ñola, y supu­sieron la llega­da a la pre­si­dencia del go­bierno de Rodrí­guez Zapatero al haber sido re­la­cio­nados direc­ta­mente con el ata­que ini­ciado en marzo de 2003 contra Iraq. Unos acon­te­ci­mientos que están mar­cando el curso polí­tico actual como hierro can­dente en la piel, debido no sólo al hecho del cam­bio de hege­monía gu­ber­na­mental pro­vocado por el vuelco elec­toral gene­rado a raíz de los aten­tados del 11 M, sino a procesos pun­tua­les como las noticias sobre la celebra­ción del juicio contra los im­plicados en los aten­ta­dos del «Co­rre­dor de Hena­res» y, sobre todo, a pro­cesos más pro­fun­dos como la ex­ten­sión, en el ánimo y en la mente de muchos espa­ñoles, de la tremenda idea que los pro­mo­tores de los aten­tados no fue un grupo ex­terno como Al Qae­da o los neosalafistas aso­ciados a ésta, sino fuerzas e intereses in­ternos cuya finalidad in­me­diata fue pre­cisa­mente la subida al poder de José Luis Ro­dríguez Zapatero.

Los acontecimientos de marzo de 2004 son de rabiosa actua­lidad (y nunca mejor dicho lo de rabio­sa) porque, ya desde antes de la actual celebración del juicio contra los im­pli­cados oficial­mente en el 11 de marzo, se viene de­sa­tando, im­pa­ra­ble, una enor­me contro­ver­sia públi­ca sobre las ver­dades y men­tiras del 11 M. Una contro­ver­sia na­cio­nal que afec­ta a la tan citada «con­fianza en el fun­cio­na­miento de las insti­tu­ciones demo­crá­ticas», como la poli­cía y los tribu­na­les.

La misma llegada al poder eje­cutivo del PSOE en­ca­be­zado por Ro­dríguez Zapa­tero ya sig­ni­ficó un acon­te­ci­miento impac­tante a nivel nacional. Pues por pri­mera vez en «vein­ti­cinco años de paz» juan­car­lista (a los que po­dría­mos sumar los famo­sos «cua­renta años» del «ré­gimen anterior») acce­dían al gobier­no de la nación aque­llos que no es­taban pre­vistos. Las sor­pre­sas ocu­rridas en las elec­ciones gene­rales que im­pli­ca­ron cam­bios anteriores de gobier­no (1982 y 1996) se habían pro­du­cido aten­diendo sólo a los már­genes con­se­gui­­dos final­mente por los grupos llama­dos a la alter­nancia (más ancho de lo espe­rado en 1982 y más es­tre­cho de lo anti­ci­pado en 1996) pues aque­llos cam­bios, como suele decir­se, «estaban en el guión». Pero que el PSOE gana­ra las gene­rales del 14 de mar­zo del 2004 y ZP llegara al go­bier­no, hasta esos momentos, no había en­trado en los cál­culos. Era la pri­mera vez, en muchas décadas, que en España se pro­ducía de forma ines­pe­rada una sus­ti­tu­ción com­pleta de equi­po direc­tivo.

Acabamos de señalar que es lo que significó la su­bida de Rodrí­guez Zapa­tero a la presi­dencia del go­bierno. En otras oca­siones se ha analizado qué está re­pre­sen­tando su go­bier­no. No estará de más re­cor­dar, por ejem­plo, un artí­culo nuestro apare­ci­do en «Tri­bu­na de Euro­pa» con un títu­lo como «ZP se carga el Pacto de la Tran­si­ción». Por­que no negamos que los mo­men­tos que estamos viviendo en nues­tra nación vienen pro­pi­cia­dos en parte por ciertas polí­ticas del go­bier­no ac­tual, entre ellas ciertas pos­turas tomadas ante ETA y Bata­suna, así como por la polí­tica de mar­­gi­na­ción de la derecha re­pre­sen­tada por el PP (a nivel nacional, pues en el caso re­gional de Cana­rias no se da tal caso, por ejemplo). Así pues, es cier­­to que la fa­mo­sa «Cris­pa­ción po­lí­ti­ca» tan la­men­tada por tantos, está, en parte, pro­vo­cada por esto. Pero no nos en­ga­ñe­mos: tales motivos no pueden ser la causa real. En ante­rio­res go­bier­nos del ré­gi­men (del PP, del PSOE y de la UCD) se to­ma­ron, por ejem­plo, pos­turas seme­jantes de acer­ca­mien­to con ETA y Bata­suna, e in­clu­so se les con­ce­die­ron enor­mes bene­fi­cios en masa (como la in­fame Ley de Amnis­tía o los in­dul­tos en cadena a los eta­rras poli-milis) que hoy por hoy no se han pro­du­cido. Asi­mismo otros sec­to­res políticos y socia­les espa­ñoles han su­frido una mar­gi­­na­ción mucho mayor y, desde luego, bastan­te más de­mo­ledora gracias al con­curso del PP y de los medios pró­ximos a éste.

La fuente principal de la «Cris­pación polí­tica», aso­ciada a la no menos famosa «Gue­rra de los medios», nace de la pro­fusión de infor­ma­cio­nes que se im­pug­nan unas a otras, de co­men­ta­rios con­tro­ver­tidos, y de jui­cios para­lelos, sobre la in­vesti­ga­ción poli­cial y judi­cial de los aten­ta­dos del 11 M, que está de­sa­cre­di­tando no sólo alos cuerpos de policía y los tri­bu­nales (cosa que no­sotros no tenemos por­qué lamen­tar de­ma­siado) sino que está ile­giti­man­do al propio go­bier­no. Pero no tanto por su actua­ción (que tam­poco sería ex­traño, ya ha ocu­rrido puntual­mente con go­bier­nos ante­rio­res) sino sobre todo por­que, desde la opo­si­ción polí­tica y mediá­tica, se está tra­tando de ilegítimo y de crimi­nal al mismo origen del actual gobier­no. Ésta es la gran nove­dad en el ré­gimen. Así pues, la con­tro­versia sobre quie­nes fueron los verda­deros promo­tores de la ma­tanza del 11 de marzo del 2004 se ha con­ver­­tido en el mayor campo de bata­lla nacio­nal (y creo que no es exa­ge­ra­ción) desde la Guerra Civil. Porque, según se ad­hieran a una u otra de las dos gran­des ver­sio­nes en dis­puta, se con­vierte en ilegí­timo y criminal, o el go­bier­no actual del PSOE, o bien el go­bier­no ante­rior del PP (y por tanto el partido de la de­recha espa­ñola, puesto que sus dirigentes actua­les for­maban parte del equipo de Aznar).

Por tanto, ésta es la primera razón o ver­dad funda­mental, no del 11 M, sino del sonado duelo que sos­tienen sobre el 11 M los par­tidos polí­ti­cos nacio­nales y casi todos los medios de di­fu­sión de masas: porque sen­ci­lla­mente están jugán­do­se (ellos, no los espa­ñoles) su misma legi­ti­midad y exis­ten­cia. Pues también se la están jugando los medios de la derecha (como el diario ABC y Radio Inter­eco­nomia) que rechazan la tesis sostenida por sus competidores El Mundo y la COPE.

Una famosa controversia similar

La disputa sobre la «verdad del 11 M» se ha convertido en otro caso nacional de con­tro­versia, similar al dado en Nor­te­américa (y en el resto del mundo) sobre «Quien mató a Ken­nedy». Una con­tro­versia, la nuestra, que no va a tener solu­ción, porque prác­ti­ca­mente nadie, y menos los grupos de poder, quiere re­conocer real­mente las ver­dades funda­men­tales sino, a lo más, pro­cla­mar algunas ver­dades parciales y ses­gadas.

Recordemos para sacar sugestivas com­pa­ra­cio­nes con nues­tro presen­te y nues­tra nación. Pocos años des­pués del mag­ni­ci­dio ocurrido en Dallas de 1963, en Esta­dos Uni­dos se generó una llama­tiva contes­ta­ción a la ver­sión oficial del ase­si­nato del presi­dente Kennedy. Acor­dé­mo­nos que la versión oficial más «regia» fue la ofrecida final­mente por la comisión Warren (pre­sidida curiosa­mente por el mismo parla­men­tario que pre­sidió veinte años antes la co­mi­sión que negó que el gobier­­no federal de los Esta­dos Uni­dos supiera nada del ata­que japo­nés a Pearl Harbour). Pero la prin­cipal «con­testación» a la ver­sión oficial del mag­ni­ci­dio de Dallas (la pro­movida por el fis­cal Jim Garri­son y por la «con­tra­co­misión no guber­na­men­tal» del filó­sofo Ber­trand Rus­sell) no sólo in­cu­rrió, también, en gra­ves de­fi­ciencias y ten­den­cio­si­dades como las cometidas en la inves­ti­gación de las agen­cias de policía y en la Co­mi­sión War­ren (aunque en senti­do con­trario) sino que tam­poco aten­dió al meollo de la cues­tión, a la ver­dad que todo el mundo pudo ver pero que muy pocos seña­laron ple­na­mente: que en un primer mo­mento todas las «fuerzas vivas» norte­ame­ri­canas consen­sua­ron un pac­to para echar­le la culpa al individuo (Lee Harvey Os­wald) que fue cap­tura­do y ase­sinado. Pocos años des­pués, en plena ola de pro­testas por la Gue­rra de Viet­nam (o mejor dicho de protestas por­que aquella guerra no se gana­ba fácil­mente), se rompió aquel pacto (aunque no mucho, la verdad) pero muy pocos se atrevieron a de­nun­ciar esta reali­dad.

Digámoslo con nombres y apellidos. Partido Republicano y Partido Demócrata, Con­gre­sis­tas y Sena­dores, «Con­ser­vadores» y «Libe­ra­les» (según como se usan allí tales térmi­nos), «Gru­pos de pre­sión» y «Tank thinks», la prensa escrita y las cade­nas de tele­vi­sión y de radio, las agen­cias públicas como el FBI o la CIA y las priva­das, la fis­calía y los tribu­na­les... en re­su­men, todo el «Stablish­ment» nor­te­a­me­ri­ca­no, pac­ta­ron no indagar de­ma­siado por­que co­no­cían per­fecta­mente la natu­ra­leza de los gru­pos de poder y pre­sión usa­cos: la mayor parte de éstos era muy capaz de or­denar ase­si­na­tos y, como no, de pro­mo­ver un mag­ni­cidio si ello con­venía a sus inte­reses, y lo mejor para la esta­bi­li­dad de Esta­dos Uni­dos era aplicar la frase de «el muerto al hoyo y el vivo al bollo». La ley del silen­cio era el re­curso para con­se­guir la paz interna.

Por lo tanto el hecho más signi­fica­tivo no fue quien mató a Ken­nedy, sino que todos fueron cons­cien­tes que tenían asun­tos turbios que man­tener tapa­dos y que cual­quie­ra de ellos podía estar im­pli­cado. Si se re­movía la tierra se corría el serio riesgo que empezaran a salir cadá­ve­res de di­fe­rentes arma­rios, e in­cluso la misma figura Ken­nedy podía quedar mal­pa­rada, si se des­cubría, por ejem­plo, el apoyo dado a su cam­paña por la «Cosa Nostra». Práctica­mente a ningún grupo de poder o de in­fluen­cia usaca le inte­re­saba re­mover en el pantano de la polí­tica ameri­cana: todos pac­taron el silen­cio y echar tierra sobre el asunto. Ésta fue la verdad funda­mental, política, social y na­cional usaca, del crimen de Ken­nedy.

Ante el 11 de Marzo no dude­mos en exigir que nadie se deje enredar, ni por las ter­mi­nales pro­gre­sistas ni por las ter­mi­nales de la derecha. Es decir, que nadie siga cayendo en las tram­pas que nos tienden unos y otros. La derecha (Gus­ta­vo Bueno sos­tiene que sólo existe una de­re­cha) no busca «la verdad del 11 M» sino des­le­gi­timar el triunfo elec­toral ines­perado de su rival interno, el PSOE, así como contra­rrestar la mar­ginación sufrida como «Parti­do de la Guerra de Iraq» y como «here­dero del Franquismo». La fa­ci­li­dad con que, por ejemplo, varios elementos de las lla­ma­­das «fuerzas nacio­nales» se han dejado arrastrar por las teorías inte­re­sadas de la COPE, del diario El Mundo y de varios dipu­tados del PP de­muestra, una vez más, cual es la fuente donde beben esos «patriotas que no son ni de derechas ni de iz­quier­das, sino de “España”». Todos ellos ocultan la cues­tión política y social más significativa del 11 M y de los días siguien­tes: porqué re­accionó gran parte del pueblo español como lo hizo, y que sig­ni­ficaron tales acon­tecimientos en el fondo. La res­puesta (o las res­puestas) a esta cuestión re­pre­sen­tan verdades nacio­nales tan im­por­tan­tes, al menos, como el co­no­ci­miento y cas­tigo de los auténticos culpables de la matanza, es decir, como la «verdad penal-policial» de «quien mató a Ken­nedy».

Las Siete Verdades nacionales de los cuatro días de Marzo de 2004

Vamos a exponer tales verdades, no sin antes señalar la chusca para­doja histó­rica que supo­ne que las fuer­zas polí­ticas y varios de los medios que más insisten en la peli­gro­sidad del Islam, del Isla­mismo y del Sala­fismo (tres con­ceptos que con­fun­den inte­re­­sada­mente) son quienes más han insis­tido, esta vez, en decir que los cul­pa­bles o más cul­pables ahora «no son los moros». Los inte­re­ses coyun­tu­rales de la política pro­vocan estas sor­pren­dentes para­do­jas. Tales verda­des fueron sinte­ti­zadas ya a me­diados de ese marzo de 2004 en un comu­ni­cado emi­tido por una fac­ción política residual (la MNF, es justo seña­lar­lo). Fue lo más opor­tuno y cer­tero en eva­luar aque­llos acon­te­ci­mien­tos que se pre­ci­pi­taron verti­ginosa­men­te aque­llos cuatro días del jue­ves 11 al domingo 14.

Primera verdad

Es cierto que muchos españoles no han dado importancia ni les in­te­resa las graves con­se­cuen­cias de la polí­tica inter­na­cio­nal. Con los aten­tados del 11-M se redujo durante unos días el sector de espa­ñoles ‘caseros’ que no se inte­resan por lo que España hace o deja de hacer fuera. Mu­chos con­ciu­dadanos siguen mi­ran­do la política de España en el mundo como un manejo de «asuntos exteriores» que nos afec­tan muy poco, como una cues­tión sobre todo de «re­laciones pú­blicas» que, más que nada, sirve para ganar «una buena ima­gen» y atraer in­ver­siones y turistas, así como fa­vo­recer ga­nan­cias en el ex­terior. Por tanto, las bom­bas del 11-M, además de des­trozar vidas, destro­zaron también el sueño de muchos espa­ñoles de poder habi­tar la zona del mundo a resguardo de los peligros y des­gra­cias que otras nacio­nes sí están sopor­tando.

Segunda verdad

Es cierto que durante la jornada de «re­fle­xión» (13-M) se operó una instru­men­tali­za­ción par­ti­dista de las pro­testas por parte del PSOE, y que tales ma­ni­­fes­ta­cio­nes cons­ti­tu­yeron segu­ra­mente una ilega­lidad. Pero esto son «pecados ve­nia­les». Más im­por­tan­te que detener­­se en los vicios de for­ma es resaltar el fondo del hecho, y todo lo ocu­rrido ante­riormente. Y lo más importante es que entre el 13 y 14 de marzo se ex­presó la justa in­dig­na­ción de muchos espa­ñoles y se cas­tigó sobera­na­mente al Partido Po­pular por su actitud en la III Guerra del Golfo. Pro­ba­ble­mente el go­bierno de Aznar, y más con­cre­ta­mente el mi­nis­tro Ace­bes, no min­tiera cons­cien­te­mente al enca­rar los aten­ta­dos del 11-M, y no es ex­traño que ellos mismos estu­vieran convencidos de las valo­ra­ciones pre­­ci­pi­tadas que ofre­cie­ron en esos momen­tos. Pero ante las pri­me­ras dudas, muchos espa­ñoles se acor­daron que ese mismo go­bier­no sí demostró mentir, como el bri­­nico y el norte­ame­ricano, al em­pren­der la in­jus­ti­fi­cada guerra contra Iraq. Las grandes men­tiras anteriores del gobier­no de la de­recha habían agotado todo margen de con­fianza, y la con­­fusión de aquellos días fue la gota que les con­vir­tió defi­ni­tiva­mente en in­sol­ventes fal­si­fica­dores y trafi­cantes de sangre para la ma­yoría de los espa­ñoles.

Tercera verdad

Es cierto que muchos españoles sintieron que España pagaba el precio de su impli­cación en la guerra de Iraq, y que sólo por ese motivo, cobarde en muchos casos, de­mandaron la re­ti­rada de nuestra na­ción del país ocu­pado. Pero no es menos cierto que España se había im­pli­cado en algo de­tes­table: en el apoyo de la dinámica del «pistolero del salvaje Oeste» y su abe­rrante derecho a ini­ciar «gue­rras pre­ven­ti­vas». Lo que muchos espa­ñoles no querían, sen­ci­lla­men­te, era con­tinuar se­cun­dando las agre­sio­nes de la super­po­tencia mun­dial, inde­pen­dien­te­men­te de las re­pre­sa­lias, igual­mente in­­jus­ti­fi­cadas y des­pro­por­cio­nadas, que poda­mos sufrir por ser espa­ñoles.

Cuarta verdad

Es cierto que el 11-M no fue un ataque al go­bier­no, ni al ré­gi­men, ni a la red ferro­­via­ria: el golpe terro­rista se diri­gió con­tra los españoles por ser españoles y contra los aquí re­si­dentes por vivir en Espa­ña. El obje­tivo ha sido la nación espa­ñola y, por inclu­sión, los extran­jeros que re­siden en ella, por­que al igual que pasa con ETA, es España misma la que ha sido crimi­na­li­zada por los asesinos. Pero no es menos cierto que tan criminal es justificar y practicar el terror contra los españoles, como cri­mi­na­lizar a las naciones «en vías de mo­der­ni­zar» (o de «occiden­ta­lizar») o justi­ficar la prác­tica del terror y la des­truc­ción contra los que ofre­cen re­sis­ten­cia a los EEUU. No se puede en­cu­brir y apoyar un terro­rismo, y luego con­denar o in­dig­nar­se por un terro­rismo repli­cante.

Quinta verdad

Es cierto que mu­chos españoles ten­dieron y tienden a doble­gar­se al chantaje. Pero el mayor chan­taje lo plan­teó con cru­deza el pre­si­dente Bush cuando dijo «quien no está con nosotros está contra noso­tros». España no puede doble­garse ante la presión del matón más po­ten­te, pres­tar apoyo a sus agre­sio­nes desafo­radas, y luego quejar­se que el matón menos fuerte busque tam­bién doble­garla con golpes salvajes.

Sexta verdad

Es cierto que para con­seguir un futuro menos inseguro y más libre es nece­saria la firmeza y no des­cartar las inter­ven­ciones de fuerza. Pero no se puede al­can­­zar la segu­ridad sin asis­­ten­cia del de­recho para todos. La fuerza ha de ir acom­pañada ne­ce­saria­­mente de la ley, y sin ésta caemos en el «Sal­vaje Oeste». Por­que lo que más in­se­gu­ridad pro­voca en el mundo es la pre­ten­sión de la mayor po­tencia del globo de tener todo el «de­re­cho» para agre­dir cuando le con­venga, y los de­más no tengan dere­cho ni capa­ci­dad para im­pedirlo.

Última verdad

Es cierto que el gobierno de Aznar fue el responsable de terminar trans­for­mando España en sumiso auxiliar de las agre­sio­nes de los EEUU en su «guerra dura­dera» contra el «Eje del Mal». Pero todos los go­bier­nos que ha tenido España desde hace dé­ca­das, así como las fuerzas polí­ticas presentes, son res­pon­sables de haber con­ver­tido España en una nación inde­fensa, sin amor propio y manifiesta­mente débil, que para so­bre­vivir en un mundo que nunca ha estado libre de peli­gros, ame­nazas y conflic­tos, nece­sita entre­garse a la pro­tec­ción de un poder exter­no, que será quien le dicte su des­tino. Sólo quienes son ca­pa­ces de res­pe­tar­se a sí mismos y tener la capa­cidad de de­fen­derse lo sufi­ciente, pueden plan­tear­se tener aliados de ver­dad y no amos, ni ceder ni bailar ante las pre­sio­nes de nadie. Por lo tanto, la última verdad del 11 M es que la deci­sión de José María Aznar no arrancaba de un capri­cho per­sonal de éste sino que signi­fi­caba una manio­bra de­cidida que culmi­naba un pro­ceso de­sa­rro­llado durante veinticinco años juan­car­listas y cua­renta años de fran­quis­mo, dentro de la acep­tación gene­ra­lizada de la cruda rea­lidad de Espa­ña: un estado débil, sin volun­tad ante el cre­ciente control eco­­mico, social y cultural ejercido por las «fuer­zas del Mer­cado» y el poder de la super­po­tencia mun­dial, una España donde se ha fomen­tado como síntomas de «pro­gre­so» y de «sociedad abierta» el in­di­vi­dua­lis­mo, la re­nuncia al amor pro­pio como nación polí­tica y la moral de «no com­prometerse» por nada que sea «peligroso».

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“EL SOCIALISMO, LA ÚNICA OPCIÓN PARA SALVAR EL PLANETA”.
Por Cristina Pérez

Según el último informe de la asociación W.W.F. («World Wildlife Fund») – Ade­na, consumimos, nada menos, un 25% más de la capacidad de re­ge­ne­ra­ción del planeta. De seguir así el crecimiento y el consumo de recursos, para el 2050 tendríamos que colonizar otro planeta para poder mantener los niveles de vida de Europa.

Hoy por hoy, en el otoño del 2006, economía y ecología se presentan como términos mutuamente excluyentes. Pero no siempre fue así.Economía y ecología parten de la misma raíz etimológica griega: οίκος [oicos] que significa “casa”. Aunque el término ecología lo acuñó el prusiano Haeckel en 1866, entendiendo por tal la ciencia que estudia las relaciones de los seres vivos con su medio natural, y más tarde ampliando esta definición al estudio de las características del medio –que también incluía el transporte de materia y energía y su transformación por las comunidades biológicas– recordemos que las antiguas civilizaciones -como la griega, la romana, la céltica, la germánica…- tenían una concepción similar del papel del hombre en el mundo. ­ ­­­­­­­­­­­­­

Todas partían del axioma que el hombre formaba parte de un todo armónico en el que las partes encajaban de una forma orgánica sin exclusiones ni departamentos estancos. Pero esta visión se rompe con el desarrollo del cristianismo occidental, con su visión antropocéntrica, particular derivación del Génesis, donde el mundo se convierte en algo completamente exterior al hombre y objeto a depredar y explotar. Esta visión antropocéntrica que el hombre occidental tiene del entorno y de sí mismo, lo torna en centro y amo soberano de la creación, legitimando su relación de dominio absoluto sobre ella, cosificándola, reduciendo la creación al mundo físico y considerando éste como algo inerte, radicalmente “extraño” y que no tiene más función que proveer material para los individuos. Tal percepción de "independencia" le ha llevado a explotar ilimitadamente su entorno natural, sin comprender que es profundamente partícipe de los procesos orgánicos y vitales que lo enlazan a la raíz última del universo. El hombre occidental ha terminado comportándose igual que un virus sobre el cuerpo del planeta tierra. ­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­

La economía una ideología que deviene en ciencia

El momento preciso en el que la economía se desliga del orden de los “medios” y pasa a ser del orden de los “fines”, es en el Renacimiento. La economía ya no empezó a verse integrada en un todo, sino que todo se empezó a poner al servicio de la economía. Los fisiócratas del XVIII representaron una ligera corrección de este curso, pues aún sin apartarse de su principio, intentaron de algún modo armonizar la explotación de los recursos y la obtención de beneficios, con cierto equilibrio con el medio. Ellos consideraban que la única actividad gene­radora real de riqueza para las naciones era la agricultura, oponiéndose al mercantilismo, que enfatiza en el comercio de bienes entre los países. Los fisiócratas resaltaron la importancia de la tierra y algunos clásicos mantuvieron tal consideración atisbando los problemas del crecimiento ilimitado. Pero el movimiento de los fisiócratas sólo fue un intento, por otro lado poco coherente. ­ ­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­

El mercantilismo vencedor en su disputa con los fisiócratas, es el que sienta las bases del capitalismo y se fundamenta en el intercambio de mercaderías con lo cual el medio deja definitiva­mente de representar un entorno “sacro” y se convierte en un bien intercambiable, vendible, en definitiva en una cosa. El término economía política empezó a utilizarse precisamente en Inglaterra, en el siglo XVIII, para vencer la influencia de los fisiócratas franceses. Los principales exponentes de la economía política fueron Adam Smith y David Ricardo. La publicación del libro "La Riqueza de las Naciones" de Adam Smith en 1776, está considerado el origen de la Economía como ciencia. Y le concedió a su autor el título de fundador intelectual del capitalismo.­­­­­­­­­­­­­­­­­­

El capitalismo, que es la evolución lógica del mercantilismo vencedor, ya no cree en la mercancía, ni siquiera tiene en cuenta a los demás factores productivos: sólo busca, persigue y obtiene el aumento ilimitado y la concentración de capital, que es lo que le permite provocar los saltos cíclicos tecnológicos que se producen de forma periódica.

Todo esto, y no otra cosa, es lo que nos hace vivir en la realidad actual, una visión del mundo nacida de una particular deriva judeocristiana, en conjunción y sincronía perfecta con la ideología capitalista santifican al mercado y cual dios cruel sacrifican a los seres humanos y a toda la naturaleza. Lo que en un principio era un medio para alcanzar la satisfacción necesidades humanas se convierte en un fin en sí mismo, con el aval de una serie de ideólogos que por arte de magia se convierten en científicos, cuando la experiencia real demuestra que todos sus paradigmas no son más que humo. Eso sí, un humo bien espeso que pocos se atreven a despejar. En coincidencia con el despliegue del liberalismo clásico, y en oposición a él, se desarrollaron las teorías marxistas criticando las contradicciones del capitalismo, pero incapaces de proporcionar alternativas viables. A partir de mediados del Siglo XIX, la economía pretende emular otros desarrollos científicos, como los de la física, y simplifica el complejo universo social. ­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­ ­­­­­­­­­­

En los supuestos limitantes quedó fuera cualquier consideración que tuviera que ver con el medio ambiente, más allá de la incorporación de materias primas, energía o costes privados en relación con él. El argumento de los economistas para vivir de espaldas del medio ambiente era que la economía se ocupa de los “bienes económicos” y que los recursos naturales no tienen en sí mismos consideración económica más que cuando son explotados. Hemos de esperar a que algunos economistas empezaran a considerar lo que llamaron fallos del mercado. Hasta hace unos años pocos economistas consideraron el tema medioambiental y lograron que sus ideas fuesen aceptadas. Pigou y Coase proporcionaron explicaciones y líneas de actuación que apuntalaban los fallos más llamativos de la teoría neoclásica respecto al medio ambiente.­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­

Arthur Cecil Pigou, (1877-1959) está considerado como el fundador de la Economía del Bienestar y principal precursor del movimiento ecologista al establecer la distinción entre costes marginales privados y sociales, y abogar por la intervención del estado mediante subsidios e impuestos para corregir los fallos del mercado e internalizar las externalidades. “El que contamina paga”. ­­­­­­­­­­­

Ronald H. Coase (1910-), con sus planteamientos, se contrapone a la lógica pigouviana afirmando que para llegar al óptimo social no se necesita la regulación gubernamental de la externalidad, ya que el mercado se autorregulará. Parte del problema de gestión de los recursos naturales vendría generado por la falta de una asignación adecuada de los derechos de propiedad y los consiguientes fallos de mercado. Han sido tradicional­mente las tesis de Pigou, con un enfoque más de izquierdas, las seguidas por las políticas medioambientales europeas, mientras que las tesis de Couse, de corte más liberal, han sido seguidos por las administraciones norteamericanas. Pero esto no dejan de ser meros parches, que no ponen solución. Las tesis de Pigou o los planteamientos Coasianos, no dejan de ser estupideces destinadas a anestesiar las conciencias de la izquierda de caviar, de los revolucionarios de salón, de los ecológicos paisajistas y de esa derecha “panzona” que nunca ha entendido el concepto de justicia y practica la caridad. ­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­

"No podemos esperar… y no podemos equivocarnos"­­

El sistema económico capitalista, basado en la máxima producción, la continua excitación del consumo, la explotación indefinida de recursos y el beneficio como único criterio de la buena marcha económica, es insostenible. Un planeta limitado no puede suministrar indefinidamente los recursos que esta explotación exigiría. Por eso se ha impuesto la idea que hay que llegar a un desarrollo real, que permita la mejora de las condiciones de vida, pero compatible con una explotación racional o mesurada del planeta que cuide el ambiente. Es el llamado “desarrollo sostenible”. La más conocida definición de Desarrollo sostenible es la de la Comisión Mundial sobre Ambiente y Desarrollo (Comisión Brundtland) que en 1987 la anunció como: "el desarrollo que asegura las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para enfrentarse a sus nece­sidades propias". Según este planteamiento el desarrollo sostenible ha de conseguir a la vez: ­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­ ­­­­­­­­­­­­­­­­­ ­­­

· Satisfacer las necesidades del presente, fomentando una actividad económica que suministre los bienes necesarios a toda la población mundial. Resaltando "las necesidades básicas de los pobres del mundo, a los que se debe dar una atención prioritaria". ­­­­­­­­­­­­­­­­­­

· Satisfacer las necesidades del futuro, reduciendo al mínimo los efectos negativos de la actividad económica, tanto en el consumo de recursos como en la generación de residuos, de tal forma que sean soportables por las próximas generaciones. Cuando la acti­vidad del pre­sente supone costos futuros inevitables (por ejemplo la explotación de minerales no renovables), se deben buscar formas de compensar totalmente el efecto negativo que se está pro­vo­cando (por ejemplo desarrollando nuevas tecnologías que sustituyan el recurso gastado). ­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­

Por tanto, lo primero que hemos de hacer es plantear nuestras actividades “dentro” de un sistema natural que tiene sus leyes. Pero entendemos que cuando decimos “que debemos plantear nuestras actividades” es que decimos esto mismo: que estamos obligados a plantearlas, y eso excluye de antemano cualquier actitud de “espera” a que los agentes económicos que intervienen en el mercado sean los que decidan “auto­­co­rregirse” o que la “mano in­vi­sible” que “regula” el mismo “autorre­gu­le” la explotación de los recursos, la producción, el consumo o la obtención de beneficios, así como descarta toda “confianza” en que este estado de cosas pueda con “campañas de concienciación” pública.­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­

Plantear nuestras actividades económicas exige la co­rrespondiente capacidad y voluntad soberana de planificar la economía. Si debemos usar los recursos sin trastocar los procesos básicos de “funcionamiento” de la naturaleza ¿Cómo no puede exigirse que sea el poder político el que limi­te y asigne esos recursos, y que no lo sea la “demanda” social ni el interés económico o científico de nadie? La primera conclusión política es ésta: necesitamos un compromiso de futuro (nunca mejor dicho) y ese compromiso nos exige estados soberanos dispuestos, por lo pronto, a planificar la producción, moderar los consumos, limitar y asignar los recursos, y, cómo no, controlar los márgenes de beneficio del capital. ­­­­­­­­­­­­­­­­ ­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­

Sin socialismo (o sin socialización –si así se le quiere llamar para no ser asociado a sistemas fracasados o partidos estructuralmente corruptos y tan partícipes del sistema como los ostentosamente liberales–) es y será imposible el desarrollo sostenible. Asimismo, el com­­promiso por res­taurar el equilibrio entre el hombre y el entorno natural, que no sólo es una exigen­cia de nues­tra época sino so­bre todo una ne­ce­sidad de las ge­ne­raciones del ma­ña­na, nos exige un cambio de mentalidad, no sólo para la lucha por la primacía política y social sobre los grupos económicos, sino para luchar por el equilibrio en nosotros mismos. ­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­

Porque cuando se dice “asegurar las necesidades del presente” hay que insistir en eso mismo: asegurar el uso y consumo de lo que es efectivamente necesario para los pueblos y las personas, y no obligación de atender todo lo que no supongan necesidades, sino que significan intereses, lujos, necesidades sugestionadas o dependencias expresamente creadas. También quedan por descartar las visiones reduccionistas del hombre (como la sostenida por el “socialismo científico”) por estar gra­ve­mente incapacitadas a la hora de reconocer o apreciar las necesidades de los pueblos -en gran parte la causa principal del fracaso estrepitoso del llamado “Socialismo real” estuvo ahí–.­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­

Como señalábamos al principio, el informe de la W.W.F.-Adena confirma que este modelo de civilización no es viable, que nos encaminamos a marchas forzadas hacia la aniquilación. Todos los países del mundo –con excepciones como Cuba, que mantiene un equilibrio entre la obtención de los recursos y el consumo, recordemos que Cuba no es un país capitalista– son los responsables de la destrucción del planeta y los únicos verdugos de más de dos tercios de la población mundial. Pero lo que esta realmente mal no es que se consuma un 25% más de la capacidad de renovación de los recursos del planeta, ni tampoco lo peor es que se condene al subdesarrollo a dos tercios de la población mundial: lo que no funciona es el propio marco civilizatorio en que se desenvuelve la humanidad en el siglo XXI. Hemos de volver al origen.

Hemos de comprometernos a ser originales, solo es posible superar esta coyuntura si se redefinen los parámetros. Por tanto, las conclusiones de la Comisión Brundtland sobre Desarrollo Sostenible nos aparecen también insuficientes, porque no dan con la clave y la exigencia fundamental: la economía ha de volver al orden de los medios, ha de estar al servicio de la política y la política al servicio de la civilización, ese es el orden lógico y coherente. ­­­­­

El mundo no está aparte del hombre ni el hombre aparte del mundo, ambos se interrelacionan, ambos se condicionan por lo tanto economía y ecología deben ser las dos caras de la misma moneda, y esto sólo se consigue si no se está sujeto al balance de resultados a fin de año, si no se atiende a los caprichos de los consejos de administración de las distintas empresas, si se hace oídos sordos a los consejos de esa horda de tahúres que se esconden tras las direcciones de los bancos y su accionariado, en definitiva sólo se consigue si se golpea con un mazo, con el mazo del Socialismo, la base de la pirámide de explotación del capitalismo. ­­

Los componentes del Socialismo que propugnamos se fundamentan en la lucha sin cuartel contra la última fase y más perfecta del capitalismo: la Globalización. Y por la apuesta decidida y firme por la reactivación de los mer­cados nacionales tanto en Europa como en África como en Hispano­américa, esto traería consigo la aparición: de espacios autocentrados de consumo y de producción, la aparición de economías que en el plano internacional se com­plementarían, la apuesta decidida por la diversificación de la producción agrí­cola y ganadera, y la desaparición de criterios industrialistas que lo único que traen es miseria, enfermedad y muerte. Y todo esto arropado por políticas estatales que defiendan la satisfacción de las necesidades de los más, frente a los caprichos y veleidades de la oligarquía que solo están pendientes de las contracciones orgasmáticas de la bolsa. Si no se consigue aca­bar con el sis­tema oc­cidental, Occi­den­te conseguirá aca­bar con el pla­neta. Algunos gru­pos están pre­di­can­do –y de­sean­do– el fin del mundo. Otros nos debemos de comprometer a impedirlo.

 

 

 

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Porque apoya el PP a EEUU y a Israel

Natalia Segura

El Partido Popular tiene muy claro que nuestro mundo está dominado por una dinámica de intereses y cálculos des­pia­dados. El feroz in­di­vi­dua­lis­mo y el no menos feroz eco­no­mi­cis­mo reinantes son el caldo donde nacen, crecen y triunfan desal­mados en busca de sus cuentas de resultados.

El individualismo es un potente ácido que desarticula na­cio­nes, clases (sí, porque las clases exis­ten, y hoy más que nun­ca), comunidades, organizaciones, familias (no es ZP el que lo hace, sino el estilo de vida do­mi­nante). Así pueden las empre­sas mar­car con­di­ciones lesivas para los emplea­dos, sa­­biendo de ante­mano que éstos, asimilando la consigna «que cada cual se busque la vida», no se unirán para re­clamar solidaria­mente una mejora de sus condicio­nes. Más que el poder físico que detenta el poder, lo más efec­tivo es la mentalidad par­ti­cu­larista asumida por los que pade­cen ese poder. El libe­ra­lismo ato­­miza, y los explotados se ven impo­tentes para mo­vi­lizar­se pues, para eso, deben dejar de ser «gente sin ata­duras» y ligar­se a un sin­di­cato, a una vigi­lan­cia, a una disci­plina... Y claro, han sido menta­lizados para se­guir sin com­pro­misos sociales o po­lí­ticos, y para dejarse llevar por las «modas del mercado».

¿Pero porqué los dirigentes del Partido Popular se muestran tan incon­dicionales de EEUU e Israel? Seis motivos hallamos:

­Ø  El cálculo más pragmático a medio plazo. La derecha española (y no sólo ella) comprueba quiénes son los que reúnen una fuerza mayor y los que menos escrúpulos tienen para usarla «como sea», y se arrima a éstos porque es lo «sen­­sato», lo que «conviene». Desde la mentalidad calculadora, las más mortíferas acciones de los criminales no es motivo para retirarles el apoyo, sino justo para lo contrario. Entre mayor sea el potencial destructivo que desencadenen, y menores sean las contemplaciones que muestren, más peso ganan las razones para alinearse con las potencias criminales.

­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­Ø El más duro desprecio de clases a nivel mundial, en tanto que se identifica perfectamente naciones opulentas y naciones «tercermundistas» («naciones explotadoras y naciones proletarias», como decían los fascistas italianos). Los diri­­gentes populares están animados por un tipo de desprecio materialista: el «odio de clases de los privilegiados», que José Antonio y Ruiz de Alda señalaron agudamente como un tipo de «odio bolchevique» peor que el «odio de los pobres hacia los ricos». Los dirigentes del PP se alinean con los más ricos, con las «naciones con clase», porque ellos «dan prestigio» y nos hacen «respetables». Por eso, para Rajoy, denunciar los abusos y crímenes de lesa humanidad cometidos por las potencias «mundialmente líderes» o «más avanzadas» sobre pueblos «atrasados», significa algo «grotesco», «de pale­­tos», «tercermundista» y «nos quita prestigio».

­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­Ø El más engolado sentimiento de supremacía «natural» de la Civilización Occidental, ­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­que se arroga el deber de excluir, erradicar o disolver todas las culturas no occidentales o no occidentalizadas. Los directores políticos y mediáticos de la derecha van más lejos que Huntington en su tesis-consigna darwinista de «Choque de Civilizaciones», pues para la derecha española (y prácticamente para toda la progresía «bienpensante») ni siquiera han existido ni pueden existir otras realidades o posibilidades civilizatorias. Sólo existe una civilización posible: la liberal-burguesa de Occidente. Por eso la destrucción más devastadora y la mortandad mayor de seres indefensos no pueden ser comparados con los perjuicios que sufren los occidentales o la lesión de sus intereses, ni pueden pesar como hechos esencialmente negativos si con eso Occidente «avanza su influencia»: pues sólo las sociedades de Occidente pueden ser consideradas sociedades plena­­mente humanas y sus miembros ser vistos como seres evolucionados superiores. De ahí el tremendo doble rasero de las potencias «civilizadas» y la enorme desproporción con la que acostumbran actuar.

Ø El más grosero sentimiento de soberbia y pertenencia al sector «especial» de la humanidad, el «judeo-cristiano», que se consi­dera la «humanidad elegida». Aunque ese «judeo cristianismo» sea fachada, y una seria des­viación de sus matrices hebrea o cristiana, no por ello disminuye la soberbia por su sentido sectario. Ese sectarismo (desviación y residuo de religiones legitimas) sumado al supremacismo evolucionista occidental y al «bolchevismo de los privilegiados» es lo que conduce a los apologistas de Occidente a justificar el genocidio de naciones no occidentales ya que la aniquilación de personas y formas de vida distintas no son algo condenable, sino una necesidad, a lo más, desagradable. Lo que persiguen es un mundo homogéneo, donde todos estemos idénticamente sugestionados por las mismas ilusiones y promesas marcadas por los «creadores de modas y expectativas», totalmente sometido a los intereses de unos cuantos, los grupos económicos más potentes. Todas las violaciones de leyes y convenciones de guerra y todos los crímenes cometidos por las potencias occidentales se ven finalmente justificados porque un bando representa la «humanidad elegida» o un «estadio humano más evolucionado», o para afirmar el odio de clase de los privilegiados hacia los «miserables» que les «pro­­vo­­can», o por la cínica razón que esos crímenes demuestran que conviene someterse a los criminales y no «provocarles».

­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­Ø La promesa de esos «grandes beneficios» de los que hablaba el gobernador de Florida «Yeb» Bush. Beneficios contantes y sonantes para ciertos bolsillos particulares, claro.

­­­­­Ø Y el escándalo por una visión de la vida que consigna el sacrificio de la propia vida por lo que se considera justo. Lo que más escandaliza al «último hombre» que Nietzsche definía es ver que, todavía, existe gente que prefiere morir de pie que vivir arrodillada. Les espanta que los mate­rial­mente menos fuertes decidan plantar cara a los más potentes y se sacrifiquen para que éstos no se salgan con la suya.

­­­Ahora bien ¿El PSOE de Zapatero es mejor que el PP de Rajoy? Dejando aparte los motivos de muchos de sus militantes (como también los de bastantes del PP), el PSOE se mueve con cálculos más inmediatos e, incluso, con mayor «ligereza». Porque el PSOE, en la calle y en los mítines, se manifiesta con pancartas contra Bush, pero luego corren como locos en las reuniones internacionales para darle la mano y hacerse la foto con Bush, con Rice o con Rumsfeld, como si todo fuese un juego de disfraces... ¿Para el PSOE todo esto es un juego de disfraces?. No es nada coherente condenar unas acciones, conmoverse con las víctimas, y luego proclamar que siguen siendo «amigos y aliados» de las potencias criminales y aprobar los hechos consumados. El PP actúa con menos caretas, y su rostro monstruoso aparece con mayor claridad en el escenario, pues, como ETA, realiza sus cálculos y persigue sus objetivos con más seriedad, a medio plazo y sin importarle tanto la «sensibilidad» y la «mala conciencia» de los que todavía se creen o sueñan en los discursos bonitos del sistema. Lo que, simplemente, ocurre es que los que rigen el PSOE o bien no lo tienen tan claro como los dirigentes del PP o ¿No estarán interpretando los de Zapatero el papel de «poli bueno» en la misma película donde Rajoy y su equipo hacen de «poli duro», para que no haya más españoles que se den cuenta que todo está atado y bien atado, y que todos los partidos y gobiernos del régimen son agentes de EEUU & company?

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El diálogo insti­tu­cional con ETA (I)
Pepe López

Tras un bienio sin ejecutar ase­si­natos en la Es­paña sacu­dida por la matan­za del 11 de mar­zo de 2004, el 22 de marzo de este año, ETA comu­ni­ca­ba su declaración de «alto el fue­go». Tres me­ses des­pués, el 29 de junio, el pre­si­den­te del Go­bier­­no anun­ciaba formal­mente el inicio del diá­logo con ETA.

Antes de entrar en materia, men­cionemos que el tér­mino “diá­lo­go” es un eufe­mismo político­ que el poder acos­tum­bra a emplear para­ dis­tin­tos ti­pos de “rela­ciones hu­manas”, desde ne­go­cia­ciones has­ta la me­ra re­tó­rica. La ver­­sión ofre­cida por el se­cre­tario de organi­za­ción del PSOE, Pepe Blanco, que este diá­logo con­­siste en “amo­nes­ta­ciones di­rec­tas” de los “de­mó­cra­tas” a los “radi­ca­les”, se tomó como otra de tan­tas “frases de pastel” que los polí­ticos están obli­gados a pro­nunciar por exi­gen­cias de un guión donde deben cumplir el papel de ejem­plares de bon­dad. Pues en este asunto de las con­ver­sa­ciones con ETA, casi todo el mun­do, inclu­yendo los que apoyan esta polí­tica, coincide en se­ñalar que nos en­­con­tramos ante nego­cia­­cio­nes y no con otra cosa.

Acordémonos que la última tre­gua de ETA duró dos años, y que ésta la declaró tras la reacción pú­blica sur­gi­da a raíz del se­cues­­tro y asesi­nato del con­ce­jal Miguel Ángel Blan­co en 1997 –por cierto, sus ver­du­gos han sido juz­gados re­cien­­te­men­te–.­ Go­­ber­naba Aznar, que en­ta­bló conversa­­cio­nes con la or­ga­­ni­za­ción de forma “sigi­lo­sa”. Todos los par­­tidos apoyaron –tam­bién de forma “dis­creta”– esas con­ver­­sa­ciones. Lo hi­cie­­ron igual­mente las aso­cia­cion­es de víc­ti­mas, que no con­­vo­ca­ron pro­­testas por los tra­tos del gobierno po­pu­lar con ETA.

 Si al­gu­nos españoles pu­die­­ron sa­ber lo que pa­sa­ba, fue porque un mi­­nistro de Aznar –vas­­co por más señas– llamó la aten­ción al “mo­verse en la foto”. Que fuese reflejo de una dis­cre­pan­­cia real o un re­parto de pape­les en el seno del go­bierno, no lo sabe­mos. Lo que sí sabe­mos es que el jefe del PP se sen­tó con ETA sin que le movie­ran la silla y con el res­paldo casi uná­nime de los par­tidos, medios y re­pre­sentantes empre­sariales. ETA pro­clamó el fin de la tre­gua –en la comi­sión de ase­si­natos– poco antes de las ge­ne­­rales del 2000. En esta nego­ciación de ZP con ETA, no le falta razón al PSOE y a sus medios próximos, la in­dig­nada men­ción que Aznar tam­bién negoció con el –así lo llamó el jefe del PP– “Movi­mien­to de Libe­ra­ción Na­cional Vas­co”, y que entonces guardó silen­cio el PSOE.

Siempre hemos de tener pre­sente donde nos hallamos: en una sociedad donde, la in­mensa mayoría de las veces, a las per­sonas y a los grupos no se les enjuicia por lo que éstos piensan, dicen y hacen, o por el cómo lo dicen o lo hacen –o por lo que silencian o dejan de hacer–, sino que se les califica ex­­clu­si­va­mente por el co­lor de la cami­seta que llevan (al­gu­nos más prima­rios llegan incluso a “en­jui­ciar” a la gente por el color de piel o la forma de la nariz) así como por sus expec­ta­tivas y re­sultados fina­les, es de­cir, si van a ganan o van a per­der.

El infan­ti­lis­mo cre­­cien­te en las po­bla­cio­nes ac­tuales (y no es mo­mento de se­ña­­lar si eso es por cau­sa de la tele, de “inter­net”, del agobio de las grandes ciuda­des o de la pér­dida de la Fe cristiana, de la ESO o de lo otro o aque­­llo) facilita esta clase del “juicio social”. Que se­pamos, sólo un redu­ci­do partido ex­tra­par­la­­men­­tario, Fa­lange –no se había desin­te­grado aún– hizo cam­paña con­tra aquellas ne­go­cia­­ciones de Az­nar. Es­to quiere decir que, en la práctica, nadie en nuestro país le­vantó una voz de protesta.

Dejando de lado el con­sus­tan­cial parti­dis­mo, en este caso del PP, y la condición que antes es­taban en el go­bierno y ahora no ¿Que hechos han po­di­do cam­biar para que la dere­cha par­­ti­daria y me­­­diá­tica de nues­­tro país se agite hoy tanto contra el diá­logo ins­ti­tu­cio­nal con ETA/HB? Hemos avanzado un dato: Az­nar ges­­tionó a escondidas sus con­­tac­tos mien­tras que ZP lo hace, por lo visto, a bom­bo y pla­tillo. Sinte­ti­cemos la tra­yec­toria de los anun­­cios y pa­sos da­dos es­tos tres me­ses por el go­bier­no actual para poder des­cubrir esos cam­bios si los hubiera:

Tras declarar ETA el ce­se de aten­ta­dos, el pre­si­den­te ha­bló de una “verifi­ca­ción de la tre­gua” que iba a ex­tender­­se a todas las ac­cio­nes de la or­ga­ni­za­ción, co­mo con­­di­ción im­pres­cin­di­ble para co­menzar a ne­go­ciar con ella. Sin em­bar­go en es­tos me­ses se han re­gis­trado ac­cio­nes co­mo co­bros del im­pues­­to re­volu­cio­na­rio, aten­tados contra bienes y ame­na­zas a vascos y a na­va­rros “espa­ño­lis­tas” –“trai­do­res a la pa­tria” de­limitada por el nacio­nalismo–. Si no son im­­putables a ETA di­rec­ta­men­te, sí lo son a ele­mentos que par­tici­pa­­ban hasta ahora en sus campañas.

El presidente dijo tam­bién que debía constatar la vo­luntad clara de “abandonar las armas“ por parte de ETA. Pero en sus co­mu­nicados pos­te­rio­res, ésta ha ex­pre­sado clara­men­­te que se reserva poder vol­ver a ellas si no se a­sume lo que Iba­rre­che lla­ma “ám­bito de de­ci­sión” vas­co –que es lo mismo que “de­re­cho de auto­de­ter­mi­­nación”– así como intro­ducir a Na­varra en ese ámbito.

Los políticos del PSOE que llevan la di­rección del asun­to han re­­petido sin des­­canso que hacen to­dos los es­fuer­zos por lograr el con­cur­so del partido princi­pal de oposi­ción. Pero en estos meses los pri­meros no fueron lla­man­do a los segun­dos pa­ra in­­for­mar­­les de los anun­­cios y pa­­sos que iban a dar. Me­dios des­tacados en su apo­yo al go­bier­­no repro­charon a ZP que descubriera en un mitin de par­tido ini­cia­tivas de un pro­ceso que se con­si­dera “de estado”.

ZP afir­mó tam­bién que con­vo­carían la re­unión del famoso Pacto Anti­te­rro­rista an­tes de pro­poner el inicio de las nego­cia­ciones. Tam­poco ha cum­pli­do con ese re­quisito que quiso él im­ponerse.

Asimismo, ZP se comprometió, en re­solución del Con­gre­so, a solicitar formal­mente de éste auto­ri­zación para co­men­zar las ne­go­­cia­cio­nes con ETA. Sin em­­bargo, lo que ha hecho el 29 de junio ha sido declarar, en el vestíbulo del Con­gre­so, que ya iba a empezar a dia­logar con la organización.

Entendámonos por si queda algún des­pis­tado. En estas pá­gi­nas no se critica (co­mo en el muro de la­men­ta­cio­nes de los “guardianes del Consenso Constitucional”) la cir­cuns­tan­cia que PP y PSOE no se reúnan o no se en­tiendan, o que el Go­bierno “pase por en­ci­ma” del parla­men­to. Al contrario no­sotros que­re­mos que las dos grandes pun­tas de la tenaza parti­to­crática no se en­tien­dan. Lo que de­nun­cia­mos es que ZP, como suelen hacer otros políticos, pidió que tu­viéramos fe en sus de­­clara­ciones y en sus tratos, cuan­do ha obviado unas con­­di­cio­nes que había pedido, y no ha cumplido unos com­pro­mi­sos que había anun­cia­do.

 Por tanto, consta­ta­mos que el presidente de gobierno se em­bar­ca en una aventura, con decisivas im­pli­ca­cio­nes de fondo, pre­sen­tando a los es­pa­ño­les unas condi­cio­nes de las que luego se “olvida”, y pro­­me­tiendo seguir pro­ce­di­mien­tos que des­pués in­cumple. En un asunto que no es de broma ZP nos pide que de­po­si­temos la fe en él –vi­vi­mos en una socie­dad producto de la ilus­­tra­ción moder­na pero que pide con­ti­nua­men­te ac­­tos de fe cie­ga–, y que le apo­ye­mos en una apuesta fuerte fuera de “pro­grama”. Pero mien­tras apuesta y nos pide fe, nos mete fa­ro­les. Lo más sig­ni­fi­cativo es la respuesta que desde el partido del gobierno suelen dar a las de­nun­cias de en­gaño: que todo lo ha­cen “para al­canzar la paz”, y que las de­nun­cias buscan sólo “des­ca­li­ficar” al bien­intencionado ZP y el fracaso del “proceso de paz”.

 De esta forma nos encon­tra­mos con dos de los “pila­res” de este estado, sis­te­ma y “so­cie­dad civil”: la re­duc­­ción brutal de las ex­­pli­ca­cio­nes de lo que ocu­rre al color de la cami­seta de los agen­tes, y a las in­ten­­cio­nes so­bre los re­sultados que se bus­can: en este caso, la “paz”. Ni im­porta qué se dice ni qué se hace, sino sólo el “bando”, ni se tiene en cuenta que medios se van a emplear –el cómo– sólo cuenta con­­seguir el resultado.

 ¿Proceso de paz?

 El “proceso de paz” es otro eufe­mis­mo que, aquí, implica algo muy serio ¿Pues acaso es­taba España en gue­rra? Si así era ¿Có­mo es que las ins­ti­tu­ciones del ré­gimen no la han de­cla­rado? Por­que se­ría la quinta en la que se ha visto envuelta España des­de la apro­bación de la Consti­tu­ción en 1978, la quin­­ta aña­dida a la II Gue­rra del Golfo (1991), a la de Yugos­­­lavia (1999), a la de Iraq (2003) y a la de Af­ganistán (en la que seguimos) y las cin­co sin ser de­cla­radas (y debe­­mos pregun­tar­­nos pa­ra qué tanta Cons­ti­tu­ción y tanto “Es­­tado de De­­recho” si de las cinco gue­rras, ninguna fue de­cla­rada).

 Pero si asistimos a un “pro­ceso de paz” las implica­cio­nes de éste son mayores, pues ne­ce­sa­ria­­mente signi­fica que España tenía una guerra in­terna, lo que es mu­cho más gra­ve ya que ¿No nos han repe­tido du­ran­te déca­das que Es­paña pro­ta­go­ni­zó una tran­­si­ción modé­lica y es­ta­bleció un ré­gi­men de “con­vi­ven­cia en paz”? Ahora re­sulta que las ins­ti­tu­cio­nes de la Mo­narquía Parla­mentaria han es­ta­do enga­ñan­do a los pue­blos de España y al resto del mundo, ya que durante los más de “veinticinco años de paz” juan­carlista...¡Es­te país estaba sufriendo una guerra!

 Lo cierto es que con la victoria del PSOE en 2004 se dio paso a una nueva inter­pre­ta­ción de la Transición, una pá­gina histórica reputada hasta hoy de modélica e intocable. PSOE, Iz­quierda Uni­da y parti­dos na­cio­na­listas cali­fican ahora de de­fi­cien­te y forzado aquel pro­­ceso, y que las fuer­zas demo­cráticas se vie­ron obli­ga­das a acep­­tarlo de­bido al peso de las fuer­zas aún con­­si­de­ra­bles ligadas a Franco. El PP se ha que­dado como gran adalid de un periodo que antes de­fen­dían casi todos los sec­tores del ré­gimen.

 Pero nosotros tene­mos memoria. A des­pecho de las líneas re­pre­sentativas tanto de los adalides de la Tran­sición como de los gru­pos del régimen que hoy la desprecian pero ayer aprobaban, noso­tros resalta­mos que los pactos de la Tran­si­ción fueron tam­­bién “ven­di­dos” a los pueblos de Es­paña como un “pro­­ceso de paz”. Re­cor­da­mos que en nombre de la paz como sea y a cos­ta de lo que sea (sólo cuen­ta lograr el resul­ta­do: la paz) se apro­bó una Ley de Am­nis­tía donde to­dos los ase­­si­natos cu­yos mo­ti­­vos fueron polí­­ticos que­­daron im­pu­nes.

 La UCD apo­yó la am­nis­­tía con des­precio a la justi­­cia, a la me­moria y a los dere­chos de las víc­ti­mas que ahora in­­voca tanto el PP –heredero de la UCD–. Re­cor­da­mos otra am­nis­tía que aprobó en especial los aten­tados de GRA­PO y ETA perpetrados en­tre enero y junio de 1977, ya que, según el dis­cur­so de esa transición modé­li­ca para la dere­cha par­­tidaria y me­diá­tica española, GRAPO y ETA eran grupos que “bus­caban es­ta­ble­cer un régimen de liber­­tades públicas” en Es­paña. Tales tér­minos fueron defendidos por la derecha par­­­la­men­ta­ria, que no olvidemos era la que go­ber­naba. Nosotros ni quedamos amnésicos ni re­nun­cia­mos a la justicia más elemental a cambio de paz –y de parcelas de poder–, co­mo hicie­ron entonces unos y otros, herederos de la dic­ta­dura y anti­fran­quis­tas.

 
A la lógi­ca instrumen­tal guiada únicamente por su fin, en este caso la “paz” (concediendo la im­­pu­nidad para ­te­ner “paz”) los artí­fi­ces de la Tran­si­ción le su­ma­ron otra lógica ins­trumental guia­­da tan sólo por su fin, el “de­mo­crático”, y asu­mie­ron la apro­ba­ción del cri­men para traer la “de­­mo­cracia” .

 
Terminando la tran­si­ción, el gobierno de la UCD llevó a cabo otro “pro­ceso de paz” con ETA “Político Mili­tar”. Y como la posibili­dad de amnistía había que­da­do agotada tras las dos anteriores, los padres de la tran­si­ción, con la co­la­bo­ra­ción necesaria del “Padre de la Demo­cracia” –el Jefe de Es­ta­­do– re­par­tieron indul­tos para todos los miembros de ETA PM sin importar la sangre vertida, la jus­ticia, la memoria o la satis­fac­ción de las víc­timas.

 Por eso Rajoy, Ace­bes, Zaplana, Aznar, Mayor Oreja... defensores de los pac­tos de la Tran­si­ción y de la Cons­ti­tución de 1978, no pueden criticar real­mente a ZP o a Pérez Ru­bal­caba por proceder de la misma manera que los padres de la transición, y seguir la misma lógica guiada única­mente por los fines: al­canzar la paz como sea y a costa de lo que sea, y conso­lidar el régimen de la Monar­quía de los Partidos.

 Continuará...

 

 

NACIONAL

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Algo huele a podrido en el Régimen

Alfonso Garrido Pérez


Rodríguez Zapatero tendrá el dudoso "honor" de entrar en la historia como aquel presidente del gobierno del Estado que deshizo la autoridad del Estado. El Secretario General del PSOE ha conseguido, en sus dos años de gobierno, lo que no logró ni la nefasta etapa de la UCD, ni la corrupción y guerra sucia del periodo felipista, ni las privatizaciones y el entreguismo a EEUU del gobierno aznarista: el régimen está en crisis.

La Corona en defensa de la Constitución del 78

En dos ocasiones en menos de un mes, el Jefe del Estado ha tenido que pronunciar dos discursos en defensa de la Constitución de 1978. El primero con motivo de la Navidad y el segundo durante la Pascua Militar. En el segundo ha llegado, incluso, a justificar las bondades de su régimen contraponiéndolo con el ayer reciente para hacer olvidar a los españoles que lo único "digno" de mención de este periodo es la mediocridad, la precariedad en todos los órdenes sociales y la corrupción. Se sigue con la táctica de recurrir a los fantasmas de la Guerra Civil y la Dictadura para hacer olvidar a los ciudadanos su realidad más inmediata, y mediante un ejercicio de autocensura practicada por los medios "de comunicación", mantener anestesiada a la opinión pública. Pero ya empieza oler fuerte a podrido y no se puede tapar con los discursos del Jefe del Estado y los refuerzos del partido de la oposición.

La debilidad del PSOE

Que el PSOE es un partido débil y a un paso de enfrentamientos internos que solo esperan un acontecimiento que los desencadene, es algo que nadie puede ya negar. La descoordinación de los Ministerios de Defensa y de Exteriores, las voces discrepantes de Rodríguez Ibarra, Bono, Chávez y Vázquez con respecto al nuevo Estatuto de Cataluña y al colaboracionismo con el Gobierno Ibarreche, son sólo dos aspectos de esta debilidad. Pero es que, a esto, además, hay que sumar que el gobierno de Zapatero está preso de sus pactos con Ezquerra Republicana de Catalunya e Iniciativa per Catalunya. En la ultima encuesta de valoración que los españoles hacían de la clase política sólo el ministro excéntrico de Defensa salía bien parado, lo que demuestra que ya ni siquiera el imbécil de Zapatero cuenta con el factor tiempo para poder salir de la crisis en la que ha colocado al régimen, pues una salida hubiera sido convocar elecciones anticipadas. Pero ahora es que ni eso.

La negociación del nuevo Estatuto de Cataluña ya debe concluir, y esto sólo puede tener dos salidas: o se aprueba o se rechaza. Si se rechaza ¿Cuales van a ser los nuevos socios? y si se aprueba ¿Que hará el Partido Popular? y por último, y no menos importante, empiezan a oírse ruido de sables.


Partido Popular, la guardia pretoriana del régimen

Los estrategas del Partido Popular, después de no haber digerido la pérdida de las últimas elecciones, han optado por convertirse en guardianes de la Constitución del 78, y acusar al PSOE de haber destruido no solo el Pacto Antiterrorista sino de algo aún peor: de haber acabado con el "espíritu de la transición", y de contribuir al cambio, que no reforma, de la Constitución, y, con este acto, abrir las puertas a un periodo de inestabilidad en el que se puede venir abajo todo el chanchullo de la “convivencia pacífica”. Como siempre, la derecha apuesta mantener lo que está, porque gracias a ello la derecha puede mantener sus cuotas de poder. Pero esta crisis del régimen nos muestra también la debilidad del PP que aún no ha podido superar el Aznarismo, debido en gran parte a la mediocridad de su líder, Mariano Rajoy -sólo un buen orador parlamentario-, y que las distintas familias del partido no están de acuerdo con la estrategia adoptada.
Pero la crisis está ahí, la debilidad del Gobierno es cada vez más manifiesta y se agudizará con el desenlace de la negociación del Estatuto de Cataluña ¿Estará el Partido Popular dispuesto a un pacto de Estado que le salve la cara a la corona y que mantenga la Constitución del 78? o por el contrario ¿Preferirá que las circunstancias obliguen a Zapatero a convocar elecciones generales anticipadas?.

El Ejército entra en escena

Las palabras del Teniente General Mena con motivo de la Pascua Militar han obligado a todos entrar en la realidad. El Artículo 8 de la Constitución es tajante: las FF.AA. están para garantizar la integridad territorial de España y el orden constitucional. Si la "reconversión" del Estatuto de Cataluña concluye con la aprobación del mismo, sabemos todos que a los militares solo les queda una salida. Otra cosa es que estén a la altura de su juramento. Que quede claro que estamos analizando la situación, no haciendo un "llamamiento" al Ejército para nada, pues no queremos nunca más "militares de buenas intenciones" y de extrema mediocridad que duren ni cuarenta años ni cuarenta horas.

La JUJEM y el Ministro de Defensa pueden cesar al Teniente General y a cuantos jefes crea oportuno. Pero no se puede tapar el sol con un dedo, y no se puede contener la vista una vez que se dice: “el rey esta desnudo”.



El papel de los social patriotas

Así está la realidad. La crisis es cada vez más evidente. El régimen del 78 está herido, aunque no sepamos si ésta es una herida de muerte o no, como tampoco si esta crisis es el comienzo del fin de tanta corrupción, de tanta mentira, de tanto chalaneo, como el habido durante los últimos 30 años. Una cosa sí tenemos clara, y es que no vamos ser nosotros los que apelemos a la Constitución del 78 para salir de esta situación, porque la Constitución de la transición se hizo de espaldas a la nación, fue producto de una enorme mentira donde no se tocaron para nada las estructuras de poder creadas durante el franquismo. El papel de los social patriotas, nuestro papel, es concienciar a los españoles de que este escenario desplegado ante sus ojos se derrumba y, lejos de ser perjudicial para España, resulta beneficioso para la Patria.

Quizás con esta crisis sepamos de verdad todo lo que ha pasado durante estos 30 años, desde la entrega de la provincia del Sáhara Occidental al Reino de Marruecos, pasando por la intoxicación masiva del “aceite de colza”, hasta conocer quien es el responsable último de las matanzas y asesinatos cometidos por distintos terrorismos; y conociendo la verdad, podamos cambiar por fin el rumbo de la Nación, el destino de nuestro pueblo. Ése es nuestro trabajo, ese es nuestro papel.