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Porque apoya el PP a EEUU y a Israel

Natalia Segura

El Partido Popular tiene muy claro que nuestro mundo está dominado por una dinámica de intereses y cálculos des­pia­dados. El feroz in­di­vi­dua­lis­mo y el no menos feroz eco­no­mi­cis­mo reinantes son el caldo donde nacen, crecen y triunfan desal­mados en busca de sus cuentas de resultados.

El individualismo es un potente ácido que desarticula na­cio­nes, clases (sí, porque las clases exis­ten, y hoy más que nun­ca), comunidades, organizaciones, familias (no es ZP el que lo hace, sino el estilo de vida do­mi­nante). Así pueden las empre­sas mar­car con­di­ciones lesivas para los emplea­dos, sa­­biendo de ante­mano que éstos, asimilando la consigna «que cada cual se busque la vida», no se unirán para re­clamar solidaria­mente una mejora de sus condicio­nes. Más que el poder físico que detenta el poder, lo más efec­tivo es la mentalidad par­ti­cu­larista asumida por los que pade­cen ese poder. El libe­ra­lismo ato­­miza, y los explotados se ven impo­tentes para mo­vi­lizar­se pues, para eso, deben dejar de ser «gente sin ata­duras» y ligar­se a un sin­di­cato, a una vigi­lan­cia, a una disci­plina... Y claro, han sido menta­lizados para se­guir sin com­pro­misos sociales o po­lí­ticos, y para dejarse llevar por las «modas del mercado».

¿Pero porqué los dirigentes del Partido Popular se muestran tan incon­dicionales de EEUU e Israel? Seis motivos hallamos:

­Ø  El cálculo más pragmático a medio plazo. La derecha española (y no sólo ella) comprueba quiénes son los que reúnen una fuerza mayor y los que menos escrúpulos tienen para usarla «como sea», y se arrima a éstos porque es lo «sen­­sato», lo que «conviene». Desde la mentalidad calculadora, las más mortíferas acciones de los criminales no es motivo para retirarles el apoyo, sino justo para lo contrario. Entre mayor sea el potencial destructivo que desencadenen, y menores sean las contemplaciones que muestren, más peso ganan las razones para alinearse con las potencias criminales.

­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­Ø El más duro desprecio de clases a nivel mundial, en tanto que se identifica perfectamente naciones opulentas y naciones «tercermundistas» («naciones explotadoras y naciones proletarias», como decían los fascistas italianos). Los diri­­gentes populares están animados por un tipo de desprecio materialista: el «odio de clases de los privilegiados», que José Antonio y Ruiz de Alda señalaron agudamente como un tipo de «odio bolchevique» peor que el «odio de los pobres hacia los ricos». Los dirigentes del PP se alinean con los más ricos, con las «naciones con clase», porque ellos «dan prestigio» y nos hacen «respetables». Por eso, para Rajoy, denunciar los abusos y crímenes de lesa humanidad cometidos por las potencias «mundialmente líderes» o «más avanzadas» sobre pueblos «atrasados», significa algo «grotesco», «de pale­­tos», «tercermundista» y «nos quita prestigio».

­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­Ø El más engolado sentimiento de supremacía «natural» de la Civilización Occidental, ­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­que se arroga el deber de excluir, erradicar o disolver todas las culturas no occidentales o no occidentalizadas. Los directores políticos y mediáticos de la derecha van más lejos que Huntington en su tesis-consigna darwinista de «Choque de Civilizaciones», pues para la derecha española (y prácticamente para toda la progresía «bienpensante») ni siquiera han existido ni pueden existir otras realidades o posibilidades civilizatorias. Sólo existe una civilización posible: la liberal-burguesa de Occidente. Por eso la destrucción más devastadora y la mortandad mayor de seres indefensos no pueden ser comparados con los perjuicios que sufren los occidentales o la lesión de sus intereses, ni pueden pesar como hechos esencialmente negativos si con eso Occidente «avanza su influencia»: pues sólo las sociedades de Occidente pueden ser consideradas sociedades plena­­mente humanas y sus miembros ser vistos como seres evolucionados superiores. De ahí el tremendo doble rasero de las potencias «civilizadas» y la enorme desproporción con la que acostumbran actuar.

Ø El más grosero sentimiento de soberbia y pertenencia al sector «especial» de la humanidad, el «judeo-cristiano», que se consi­dera la «humanidad elegida». Aunque ese «judeo cristianismo» sea fachada, y una seria des­viación de sus matrices hebrea o cristiana, no por ello disminuye la soberbia por su sentido sectario. Ese sectarismo (desviación y residuo de religiones legitimas) sumado al supremacismo evolucionista occidental y al «bolchevismo de los privilegiados» es lo que conduce a los apologistas de Occidente a justificar el genocidio de naciones no occidentales ya que la aniquilación de personas y formas de vida distintas no son algo condenable, sino una necesidad, a lo más, desagradable. Lo que persiguen es un mundo homogéneo, donde todos estemos idénticamente sugestionados por las mismas ilusiones y promesas marcadas por los «creadores de modas y expectativas», totalmente sometido a los intereses de unos cuantos, los grupos económicos más potentes. Todas las violaciones de leyes y convenciones de guerra y todos los crímenes cometidos por las potencias occidentales se ven finalmente justificados porque un bando representa la «humanidad elegida» o un «estadio humano más evolucionado», o para afirmar el odio de clase de los privilegiados hacia los «miserables» que les «pro­­vo­­can», o por la cínica razón que esos crímenes demuestran que conviene someterse a los criminales y no «provocarles».

­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­Ø La promesa de esos «grandes beneficios» de los que hablaba el gobernador de Florida «Yeb» Bush. Beneficios contantes y sonantes para ciertos bolsillos particulares, claro.

­­­­­Ø Y el escándalo por una visión de la vida que consigna el sacrificio de la propia vida por lo que se considera justo. Lo que más escandaliza al «último hombre» que Nietzsche definía es ver que, todavía, existe gente que prefiere morir de pie que vivir arrodillada. Les espanta que los mate­rial­mente menos fuertes decidan plantar cara a los más potentes y se sacrifiquen para que éstos no se salgan con la suya.

­­­Ahora bien ¿El PSOE de Zapatero es mejor que el PP de Rajoy? Dejando aparte los motivos de muchos de sus militantes (como también los de bastantes del PP), el PSOE se mueve con cálculos más inmediatos e, incluso, con mayor «ligereza». Porque el PSOE, en la calle y en los mítines, se manifiesta con pancartas contra Bush, pero luego corren como locos en las reuniones internacionales para darle la mano y hacerse la foto con Bush, con Rice o con Rumsfeld, como si todo fuese un juego de disfraces... ¿Para el PSOE todo esto es un juego de disfraces?. No es nada coherente condenar unas acciones, conmoverse con las víctimas, y luego proclamar que siguen siendo «amigos y aliados» de las potencias criminales y aprobar los hechos consumados. El PP actúa con menos caretas, y su rostro monstruoso aparece con mayor claridad en el escenario, pues, como ETA, realiza sus cálculos y persigue sus objetivos con más seriedad, a medio plazo y sin importarle tanto la «sensibilidad» y la «mala conciencia» de los que todavía se creen o sueñan en los discursos bonitos del sistema. Lo que, simplemente, ocurre es que los que rigen el PSOE o bien no lo tienen tan claro como los dirigentes del PP o ¿No estarán interpretando los de Zapatero el papel de «poli bueno» en la misma película donde Rajoy y su equipo hacen de «poli duro», para que no haya más españoles que se den cuenta que todo está atado y bien atado, y que todos los partidos y gobiernos del régimen son agentes de EEUU & company?

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3 comentarios

Uno Menos -

«El Partido Popular tiene muy claro que nuestro mundo está dominado por una dinámica de intereses y cálculos des­pia­dados. El feroz in­di­vi­dua­lis­mo y el no menos feroz eco­no­mi­cis­mo reinantes son el caldo donde nacen, crecen y triunfan desal­mados en busca de sus cuentas de resultados».
El Palo Mayombe sintetiza mejor esa filosofía nuclear de la derecha convencional con esta consigna:
«Hay que matar para comer;
Hay que matar para que no te coman».
Éste es el núcleo de la visión darwinista social del mundo.
Todo lo demás, todo el «arsenal» ideológico o sentimental que presenta la derecha «recubriendo» esa visión darwinista, o bien son derivaciones consecuentes de este pensamiento nuclear, o bien simples injertos artifiosos, meros pretextos y caprichosas excusas coyunturales.
Como por ejemplo, las excusas que dan los apologistas de Occidente para considerarse no sólo superiores a los demás, sino para criminalizar y deshumanizar a los pueblos que aspiran dominar y cuyos territorios quieran depredar.
Porque vivimos en una sociedad esquizofrénica e hipócrita que no soporta ver sus propias consignas expresadas «crudamente». Vivimos con una clase de «depredadores» que necesitan aplacar su mala conciencia cuando masacran y devoran a sus víctimas: de ahí la necesidad del mundo occidental de criminalizar a sus víctimas.
Así los que han muerto y han sido devorados, y los que morirán y serán devorados, «se lo merecen» por X o por N.

Cordura -

Olvidaba mencionar, en relación con esas consideraciones, al eje Washington-Vaticano (manías que tiene uno...).

Cordura -

Básicamente de acuerdo en todo. Echo de menos consideraciones neorreligiosas, acordes con la época en que ya vivimos (en especial desde el 11-S), superadora incluso de la Posmodernidad.

Entiendo que el PSOE es menos malo que la Derechosa, pero por supuesto no cifro especiales esperanzas para la humanidad en la progresez...

Un saludo.